Arquitectura
El estilo llamado gótico flamígero, que tiene su mayor esplendor en
época de los Reyes Católicos, va a tener en las tierras de La Rioja
abundantísimas realizaciones, si bien en ningún momento llegó a
mostrar la exacerbada ornamentación que revisten obras tan características como la más
representativa de esta época: San Juan de
los Reyes de Toledo.
se realizan la
catedral de Calahorra, las reformas del crucero y cabecera de la de
Santo Domingo de la Calzada, la colegiata de Santa María de la Redonda,
los tramos de la cabecera de la parroquial de Briones y tramos de los
pies de Santa María la Real de Nájera.Todo se hace entre los últimos
años del siglo XV y el primer tercio del siglo XVI. Estas grandes obras
se estructuran como iglesias de tres naves, de diferente altura en el
caso de la catedral de Calahorra, que siguió patrones más
tradicionales, y las demás como iglesias de tres naves de la misma
altura, con un espacio que tiende tímidamente al de tipo salón hallenkírche. Los pilares serán de núcleo cilíndrico, pero con
pequeños baquetones adosados que recogen las nerviaciones más
importantes de la bóveda; tienen un sumario capitel imposta y unas
basas que ahora no son sino un atrofiado recuerdo de las góticas. Las
cabeceras serán poligonales, unas veces en cada nave y otras sólo en
la central, aprovechándose los contrafuertes para utilizarlos de
capillas. Todas las bóvedas son de crucería, estrelladas o
reticulares, bastante complejas.
De todas estas obras, la más completa
y de mejor factura es, sin duda, Santa María de la Redonda, que se
realiza entre 1500 y 1538, sufriendo ampliaciones en cabecera y pies
en época barroca.
La iglesia de Santiago, en
Logroño. Se comenzó en 1513 y terminada de abovedar en 1550. Es un
grandioso salón de una sola nave de más de 20 m de anchura por 42 m de
longitud. En su planta rectangular y bloque uniforme al exterior destacan las capillas realizadas
aprovechando los contrafuertes al interior; estas capillas no se elevan tan altas como la nave, por lo que
dejan sobre ellas ventanales de iluminación. La nave consta de cuatro
tramos más un crucero muy poco destacado en planta, y una cabecera poligonal
muy amplia con capi llas laterales. Se cubre todo con una atrevida
bóveda estrellada que, por ser de generatriz rebajada en cada tramo,
trabaja tectónica mente como cañones transversa les al eje de la
nave. Se tomó el cuidado de achaflanar en altura los ángulos de los
pies por medio de unas veneras, creando de esta ma nera un espacio más
unitario, puesto que las bóvedas parecen formar un tramo continuo. Los
contrafuertes aparecen al interior achaflanados y con las esquinas
talladas en forma de baquetones, realzando así el recuerdo gótico. Destacan entre todas las de
Casalarreina, Bañares, Santo Tomás de Arnedo, Abalos, Sotés,
Nieva y Oyón, todas realizadas en los fines del siglo xv y en los
primeros
años del siglo XVI.
Escultura
La escultura del siglo XV enmascara las líneas arquitectónicas y llega a borrar la forma
humana entre complicados ropajes. La escultura de este período es ya
un arte muy evolucionado, que ha superado todos los arcaísmos e incluso la etapa del purismo idealista. Incluye la mayor
interpretación expresionista del natural, el reflejo de las calidades
materiales, la captación concreta del movimiento y del gesto, la
caracterización concreta del personaje. Pero, sobre todo, hay un anhelo
de representar el mundo, el ambiente circundante. En los relieves
prolifera el paisaje de fondo, crece la cantidad de accesorios y
útiles representados. Las esculturas de bulto redondo presentan un
boscaje de ornamentación en alto relieve tratada con la misma
igualdad jerárquica que la figura. El origen de esta nueva tendencia
hay que buscarla en el Renacimiento septentrional que florece en el
ducado de Borgoña ya desde
principios del siglo XV, con figuras tan
representativas con Van Eyck o Claus Sluter.
Pintura
La pintura flamenca viene caracterizada
fundamentalmente por una tendencia realista, causa de la atenta
observación que se concede a la representación de los personajes, de
los objetos y del ambiente. Posee una técnica muy depurada y una
perfecta ejecución. No obstante, la pintura flamenca española se
desentiende de esta excesiva minuciosidad detallista de los pintores
del norte, bien por inhabilidad o por falta de gusto. Introduce
tipos étnicos de rasgos ibéricos, con una cierta tendencia en las
figuras hacia la monumentalidad. Arquitecturas y paisajes aparecen
tomados en ocasiones de fondos flamencos. A los pintores hispanoflamencos nunca les preocupó
tanto como a los norteños el problema
de la perspectiva, sino hasta una vez asimiladas las primeras influencias renacentistas. Sin
embargo, ya diferencia de Flandes, acentuaron el modelado a través de los efectos de luz y sombra. La factura
de la pintura española es más suelta, no existiendo demasiado gusto
por la excesiva policromía.

Esta es una tabla que representa la Misa de San
Gregorio, perteneciente a una colección particular en Cenicero. Los
rostros de las figuras y la colocación algo elevada de las orejas hacen
que Elisa Bermejo lo atribuya al pintor llamado por Friedlánder
Maestro de la Leyenda de Santa Catalina, que se sitúa en la generación
que sigue a la de Roger Van der Weyden, al que explota e imita de forma
evidente. También es de destacar el tríptico flamenco de Ojacastro,
que representa en su tabla central una Epifanía, y en las laterales la
Anunciación. Puede ser obra de la escuela de Gossaert. De una calidad
relevante es el tríptico flamenco de Navarrete, atribuible a Adrián
Ysenbrant, con la Asunción-Coronación de la Virgen en la tabla
central y en las laterales dos personajes presentados por San Pedro y
San Juan Evangelista.
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